Sensación, color y sonido.
Es lo primero que una persona percibe al nacer. Todos venimos aquí por algo. O tal vez no tenga sentido.
Nuestras sensaciones dependen del mundo que nos recibe. De las personas que lo forman. De la naturaleza, de los elementos, de los Dioses. Y también del mundo interior. Con qué ojos miramos, con qué corazón sentimos.
Estamos hechos para ser jóvenes.
Para sentir el poder del mar, ser deslumbrantes como los dioses de Botticelli, bañarse en el ardiente sol. Creados para brillar. Entonces así alrededor es un color brillante, estamos seguros de que todo es correcto y lo más seguro posible. Aquí sopla la confianza y la fuerza tranquila de la vida. La gente da vueltas bailando con las calles, las olas, y los Dioses del mundo son sabios, hermosos y rara vez se equivocan. Excepto en la elección de jeans.
El mundo de 2022 está más dividido que lo normal.
Y en la parte donde duele, todo no es como en la primera. No como debería ser.
No hay una fuerza tranquila que llene la vida. Hay poder de destrucción. Y la gracia antigua da paso al duro sufrimiento evangélico.
Lo intentamos, por supuesto. Nos cubrimos el uno al otro. Tiramos. Oramos. Pegamos. Latimos. Pero la onda expansiva es aún más fuerte que el mar.
Todos venimos aquí por algo. E incluso si no tiene sentido. Estamos hechos para ser jóvenes, no para morir jóvenes.
Hagamos que el "sentimiento, el color y el sonido" de este mundo no sean dolor, carmesí y gritos. Hagámoslo.
Entonces se convertirán en calor, luz y canción.

Lena Izu